Despiden a Mercedes Sosa en Buenos Aires



Llora presidenta de Argentina la muerte de Mercedes Sosa

Domingo 4 de Octubre, 2009 |

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, lloró hoy en el velorio multitudinario de Mercedes Sosa, la máxima representante del folclore latinoamericano fallecida esta madrugada.

Fernández, con rostro adusto y vestido negro, llegó al Congreso acompañada por su esposo y antecesor, Néstor Kirchner, y su jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.

Ya ante el féretro, la presidenta acarició las manos y el rostro de una cantante que fue su amiga personal y que la apoyó sin rubores en su carrera política.

También se abrazó al hijo, la nieta y el sobrino de Sosa, y soltó las lágrimas cuando un coro espontáneo interpretó la sentida zamba "Lunita tucumana", dedicada a la provincia en donde la artista nació hace 74 años.

La mayoría de sus ministros ya se encontraba en el Salón de los Pasos Perdidos, el lugar que fue elegido para rendirle un último homenaje a la querida artista, cuya muerte conmocionó a miles de personas.

Fernández adelantó su regreso a Buenos Aires, ya que se encontraba en la patagónica provincia de Santa Cruz, en donde suele descansar los fines de semana.

Apenas aterrizó en la capital, la presidenta firmó el decreto para declarar un duelo nacional por la muerte de "La Negra", por lo cual mañana las banderas de los edificios públicos se colocarán a media asta.

El canciller Jorge Taiana reveló que había recibido llamados de condolencias de la mayoría de los países latinoamericanos.

"Mercedes fue una gran embajadora de la cultura argentina, el sentimiento de pesar nos trasciende a nosotros, hay una conmoción muy grande en la región", dijo.

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Mercedes: velada en el Congreso Nacional

El velatorio en el Congreso, un honor reservado para las más importantes personalidades de la política y la cultura en Argentina, se prolongará durante 24 horas.

En el salón de los Pasos Perdidos, el féretro con sus restos está cubierto por una tela blanca, que permite a sus admiradores ver el rostro de la cantante, y escoltado por una bandera argentina y una corona de flores.

Desde que se anunció el homenaje, varios cientos de personas, en su mayoría portando flores, aguardan turno en las proximidades del Congreso para despedir a la cantante, como la argentina Mónica Bruno, quien conoció personalmente a la artista y la recordó como una mujer "adorable" que fue "como mi mamá, es la Pachamama", la figura "más grande de América".

O el colombiano Jorge Quintero, que explicó que está de vacaciones en Buenos Aires y no quiso perder la oportunidad de vivir "un momento histórico" y despedir a una artista muy querida también en Colombia, "un icono, con una voz inigualable y un compromiso social que ha transmitido en sus canciones".

El gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que ha suspendido los actos previstos este domingo para celebrar la declaración de la Unesco del tango como patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad, impulsará una jornada de reflexión sobre la figura de Sosa y el contenido de sus letras en los colegios de la capital el próximo martes.

El objetivo, dijo el ministro porteño de Cultura, Hernán Lombardi, es "reflexionar sobre la Mercedes artista y ciudadana, un ejemplo de resistencia al autoritarismo y una demostración de cómo la cultura puede poner una valla al autoritarismo y cómo después, con su arte, vino a ponerse al servicio de la construcción de la democracia argentina".

Lombardi, uno de los primeros en acudir al velatorio en el Congreso, consideró que Sosa fue, además, "una gran precursora de otros artistas. Su generosidad permitió que artistas más jóvenes fueran inundando con la música argentina el mundo". "Mercedes es la más grande", afirmó el músico Paz Martínez, visiblemente emocionado tras despedirse de la 'Negra' Sosa en el velatorio.

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El último adios a Mercedes Sosa:

La persona que venía detrás en la fila, me preguntó en voz baja si podía describir la ceremonia que transcurría en el salón de los Pasos Perdidos del Congreso. Era un muchacho de unos quince años. Un invidente. Rodrigo podía percibir que había mucha gente en el recinto y también olía las flores que estaban depositadas en torno al féretro de Mercedes Sosa. Pero, ¿cómo era la expresión de los despedían a la cantora? y ¿cómo eran las ofrendas?

Le comenté que había personas de todas las edades, que muchos movían los labios como si rezaran y que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, le había prestado su pañuelo a una dama que lloraba en silencio, como otros tantos. Le dije una pareja de ancianos, de rostros curtidos y de ojos rasgados como los de Mercedes, se había arrodillado frente al ataúd.

Por los ponchos con figuras geométricas que llevaban al hombro, se suponía que eran de algún pueblo de Tucumán, la tierra donde nació la Negra. En cuanto a las flores no podía decidir de qué color eran puesto que soy daltónico, le expliqué. De pronto, los cuatro varones y la mujer que habían traído guitarras y un bombo, se pusieron a cantar.

"No hace falta que me lo digas, son los Del Alba", dijo el chico refiriéndose al grupo musical que entonó 'A mi Tucumán Querido', una samba (argentina) que viene a ser como el himno de esa provincia. Esa canción me traslado a los días de mi infancia en Chile, cuando uno de mis hermanos mayores, que recibía lecciones de guitarra, ensayaba esa canción y otras que más tarde formaron parte el repertorio de Mercedes. Cuando nos instalamos en Israel, encargábamos a los familiares que venían de visita, que nos trajeran esa música. Nuestros hijos, nacidos en ese país, aprendieron el español con la ayuda de Mercedes Sosa y mi cuñado que no entendía una sílaba, también se unía al coro. Es cierto, pues, que la música traspasa las fronteras.

"Y a ella, ¿cómo se la ve?, pregunto mi joven amigo. La Negra tenía el semblante tranquilo y los labios sellados, pero si es cierto que existe otra vida, seguramente ya habrá afinado la guitarra y aclarado la voz. Quizás, ella y Atahualpa Yupanqui, otro grande del folclor argentino, hayan formado un dueto.

Uno de los guardias recorrió la fila diciendo que debíamos circular. Afuera la cola se extendía por tres cuadras. Había que ser especialmente considerados con los que habían venido de lejos e improvisaban pequeños refugios con sus mantas y tomaban mate (una infusión de yerbas) en medio de la vía pública. Justo cuando salíamos apareció el cantautor León Gieco, uno de los tantos discípulos que tuvo la tucumana, acompañado de un futbolista del club Boca Juniors y de Estela Carlotto, presidenta de la Asociación de Abuelas de la Plaza de Mayo. Rodrigo podía bajar la escalinata sin ayuda, pero lo hicimos tomados del brazo. La noche ya había caído sobre Buenos Aires.

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